miércoles, 21 de marzo de 2012

Otoño

Otoño otra vez
Inspiración deseada
Brisa perfumada
Húmeda y fresca
Seca y dulce
Contraría mis sentidos
Y los exalta
Reanima mi sangre
Irriga mis pulmones
Siempre me acompaña
Pauta de mi camino
Noción de destino
Sensación primera
Bocanada inicial de mis días
Rodea lo que amo
Mi amor es otoñal
Es vida que avanza
Es energía que necesita transformarse
Y transformación que necesita mi vida
Otoño otra vez y siempre
Renacer con una bocanada
Volar inspirada
Oportunidad de Ser.

viernes, 5 de agosto de 2011

OBJETIVOS

Necesito estar conmigo, reencontrarme reconocerme. Escucharme.

Escuchar mi melodía particular.

Ver a través de mis ojos más puros, no esos entrenados a mirar lo que le indican extraños.

Reconocer mis colores, mi luz, mi calor particular, mi temperatura, mi liviandad, cómo soy.

La melodía que me lleva, que soy yo, mi melodía, que nace de mí, y que está aunque no la escuche, aunque la calle e importe melodías ajenas.

Mi voz, mi tono, y mis pensamientos. Los que a mí me nacen, los que a mí me conciernen, los que a mí me interesan.

Mi alegría. Reencontrarme con mi alegría, la alegría original.

Volver a mi yo original. El que llegó a este mundo para vivir la vida que vivo. Reencontrarme con las expectativas de mi vida que tuve al llegar. Quién era y qué quería, qué me pasó después. Y cotejar cuán cerca de mí estoy. Cuán lejos me fui. Y volver a mí. Y desde ahí seguir.

viernes, 1 de julio de 2011

Hacer lo que se quiera

¿Tenemos el poder de hacer lo que querramos? ¿Tenemos la capacidad de hacer lo que sea que nos interese? No me refiero a cómo pasa uno el día, si hace lo que quiere con su día. Me refiero a que si nos interesa hacer algo en particular, ¿tenemos la capacidad de hacerlo?

Pintar un cuadro, cantar, entender la matemática... Yo creo que sí. Hay personas que hacen más cosas que otras, otras que se dedican a cosas puntuales y al resto de las cosas las toca como por encima. Hay distintas formas de afrontar los desafíos. Hay gente que se lanza a hacer lo que sea con total confianza en que lo va a hacer bien, otros con la confianza de que si les sale mal no va a ser nada grave, otros con el miedo constante de no hacerlo bien en cualquier momento, otros con la certeza de que se van a equivocar y el total despego a cualquier expectativa, y otros que tienen tanto miedo de hacerlo mal, como si sólo se lo pudiera hacer "bien" (y andá a saber el significado de ese "bien" para cada uno), que ya entonces no lo hacen. Hasta se pueden convencer de que eso que les da tanto miedo en realidad no es para ellos. Que era una bobería haber querido hacerlo, que es para otro tipo de persona, totalmente distinta, si no "contaria" a ellos. Estos son todos manejos de la mente. Depende de lo que creamos lo que podemos hacer. La típica escena del niño parado al borde del abismo junto con un águila gigante que le habla, el Rey de las Alturas, y le dice con voz grave (si fuese la de Liam Neeson genial, como el León de Narnia): "Debes creer que volarás, y entonces... lo harás." Y el niño salta y gracias a Dios, o al género fantástico de la peli, el niño vuela y todos ríen. Y es un final feliz que nos deja contentos un rato, flotando con la magia de la peli, y cuando ya estamos tan embriagados de esta sensación y creemos que de verdad podemos volar, dar un saltito y elevarnos, nos damos cuenta de que era una película y la vida es distinta, y no podemos volar.

No voy a decir que podemos volar, ¿eh? No quiero ser responsable del salto al vacío de nadie, ¡jaja! Pero eso que la fantasía te hace llegar no está basado en algo imaginario. No es fantasía que si queremos hacer algo lo podemos hacer. Primero porque el hacerlo "bien" o "mal" no existe. Claro que hay técnicas o formas de hacer las cosas. El hacer no puede estar mal, porque es un proceso, y el proceso está en constante movimiento, o sea que cambia constantemente, por lo que no puede estar de una sola forma. Además, el "bien o mal" habla de un resultado, y el resultado es totalmente relativo. Puede estar exactamente como la técnica lo "pide", y ser algo concreto: una bufanda roja tejida al crochet toda con el punto fantasía Jazmín igualita a la foto de la revista de Crochet, o no, y ser algo en sí mismo, más allá de lo que se espera según la técnica, una innovación, algo particular, un tapiz, si querés, tejido con distintas técnicas: telar, crochet, dos agujas e incrustaciones de corteza de árbol. Y todo está bueno, es válido. Dependerá después del gusto de cada uno preferir las pinturas de un contemporáneo a las de Van Gogh. Habrán razones concretas para que uno elija una ante la otra, que no van a invalidar a esa con la que menos nos identifiquemos.

Por lo cual, si uno quiere, por ejemplo, cantar lírico lo tiene que hacer. Si antes de hacerlo pensamos "¿Para qué, si no voy a poder cantar como Pavarotti?", nos equivocamos. Nadie va a cantar como Pavarotti porque cada uno canta como puede, incluso Pavarotti. El hecho es llegar a cantar de la forma que nos de más placer, porque cuando lo disfrutamos nosotros es cuando lo hacemos plenamente. Y eso le da valor, lo valida. "Bien o mal" no importan, lo que importa es que fue entero. Y la particularidad que adopta lo hace tan entrañable como la particularidad de las expresiones de aquellos que admiramos. Que seguramente hayan disfrutado tanto como nosotros cuando nos entregamos. El placer descarado de disfrutar plenamente. Decidirse a disfrutar de hacer algo y llevarlo a fondo.

P.D: Los martillazos del vecino continúan. Hoy está particularmente ensañado picando con el martillo... En serio, ¡¡¡no entiendo cómo quedan todavía  paredes!!!  

jueves, 30 de junio de 2011

"Me busco, me busco y no me encuentro..."

Me alivia y me desorienta que alguien escriba un tema de música como "Busco-me" de Bebe, y más todavía que tanta gente se pueda sentir identificada. Claro, hay muchos motivos para no saber "quién" es uno, y en cualquiera de ellos puede basarse nuestro caso. Sufrir una pérdida de la memoria, no identificarte con la vida que llevás...
Me alivia porque pensar "Ah, bueno, no soy la única que está perdida", ¡me hace pensar que no estoy tan loca! Pero mal de muchos, consuelo de tontos, como dice este refrán tan lleno de buena onda. Y me desorienta, claro: "¿¡Cómo que lo que me pasa a mí no es ÚNICO!?".
Y es bueno que esto pase. Por un lado, no estamos solos, y por el otro, no estamos tan perdidos como parecería. Retomarnos es más fácil de lo creemos.
Nuestro dilema es único en cuanto que es propio de cada uno y cada uno tiene su propio camino por el cual ir resolviéndolo. Estamos obligados por nosotros mismos a tratar de encontrarnos un poco más cada vez, porque nuestra existencia no es porque sí y para lo que sea. Más allá del "más allá" y de toda creencia espiritual, si nosotros mismos no nos somos fieles, no somos felices, no logramos ningún atisbo de plenitud. Esto es porque de antemano, antes de accionar por primera vez en este mundo, ya tenemos un camino particular por el que si vamos, nos hacemos bien... A través de los otros, de nuestros amigos (tan particulares, esos amigos del alma), de la gente que vamos conociendo, de lo que nos rodea, de cómo cuidamos lo que nos rodea (mi gato todavía se salva, los pececitos van bastante bien..., las plantas son milagrosas, sobreviven a mi atroz, cruel descuido, y el caos absoluto de objetos que se me acumulan alrededor porque no me decido a ordenar... uff), podemos vislumbrar nuestra esencia. Estamos impregnados en todo, directa o indirectamente. El desorden de mi escritorio es un caso directo, depende de mí y de hecho, fue provocado por mi, y perpetuado por mí, ¡jaja! Estoy claramente reflejada. En alguien querido estoy impregnada indirectamente, es lo que esa persona me provoca lo que me conecta con parte de mí.  
Me busco y no me encuentro, y no me encuentro y no me encuentro. Bueh, debo estar buscando mal, ¡jaja!
Si me presto atención en relación a lo que siento con lo que me va pasando, me voy a ir encontrando. Porque por más que no me encuentre, siempre estoy, y hasta el más mínimo detalle reconstruye lo que soy.

miércoles, 29 de junio de 2011

La inspiración

A modo de ejemplo, a esta nota la empecé a escribir tres veces antes de apostar a la primera oración. Avanzada ya en la primera oración, sin embargo, modifiqué varias veces su final. La cambiaría completamente ahora por algún comienzo menos rebuscado, pero si lo hiciera no llegaría a escribir nunca la nota que pretendo.

¿Por qué me costó tanto empezar? ¿Por falta de inspiración? ¿Por falta de claridad?

¿Qué es la inspiración, y qué se pretende de ella? ¿¿Qué se supone que nos ayuda a hacer??

Me pasa muy seguido que buscando la inspiración doy vueltas y vueltas, pongo música, la apago, subo y bajo la altura del asiento de la silla, le pongo un almohadón para sentarme arriba, voy a buscar algo para comer, en el camino me olvido de lo que quería hacer, y cuando vuelvo veo que todavía no empecé a escribir, y mientras saco el almohadón de la silla pienso que no sirvo para esto, que no tengo nada para decir, o que no tengo la capacidad de hacerlo de forma interesante. Hago fuerza en contra de la frustración, y pienso que lo que me falta es concentrarme. Busco un tema grandioso sobre el cual hablar, busco en mí a la poesía de la vida, y encuentro que más allá de la idea, dentro hay vacío. Ruego por la inspiración divina que logre hacer de mi voluntad de escribir un hecho concreto que me de placer, y que además sea hermoso. Añoro escribir como los autores que más me gustan, pero me quedo en la forma. Y cuando, no inspirada, escribo así, me encuentro sin nada con qué sustentar las palabras que se amontonan sin sentido a medida que tipeo.
En mi motivación está el hacer algo trascendente, pero lo que en un principio elijo como tema no me representa, y no se puede hacer nada trascendente si no se lo hace desde la sinceridad. Y para que el tema realmente me represente, tengo que ponerme a mí misma como fuente de inspiración. Y encontrar exactamente de qué quiero hablar. De qué quiero hablar y cómo lo hago desde mí, aunque sea ficción, para que sea realmente propio y fluya.
No creo que la inspiración venga de afuera, o la consigan unos pocos. Decir que la inspiración es divina, es tan cierto como perjudicial. Es cierto porque cuando uno se conecta con quién es y qué quiere decir, se conecta con la propia esencia, que se podría llamar divina por todos los misterios que abarca. Pero es perjudicial, porque es una frase muy fácilmente malinterpretada. No significa que un rayo de luz toca a ciertos elegidos y les da el don de la magnificencia. No hace falta ser un semi dios para poder inspirarse y hacer algo a su vez inspirador. Si uno cree eso, la inspiración nos es vetada. La inspiración es divina en su esencia, porque su esencia es la nuestra. Viene de nosotros y nos sobrepasa, porque se convierte en un hecho expresivo que llega a otros.
Así, después de acomodar y desacomodar todos los objetos a mi alrededor, y a mí misma, finalmente me pongo a escribir. Y la inspiración va llegando a medida que me suelto y disfruto de lo que hago. Y voy limpiando el terreno de prejuicios y falsas pretensiones.

Me despido, me voy a ensayar al teatro, inspiradísima, jajaja!

Mis intenciones

Mientras en mi casa ya van dos semanas de constantes martillazos en las paredes de un vecino que seguramente la debe estar pasando peor que yo, entre escombros que deben ser monumentales, más grandes que todo su departamento... (no sé cómo todavía no atravesaron la pared hasta donde yo estoy), se me ocurrió armarme un blog. 


Justo antes había leído el blog de una amiga, Paola Medrano, que tiene un humor genial y por suerte lo comparte. Así me di cuenta que me iba a gustar tener mi propio blog. ¿Para qué? ¡Ja! Ni idea, para comunicarme, supongo, de una manera más personal que a través del facebook, y hacer una previa para la publicación de mi libro. ¡Chan! Es algo que está tan en proceso que todavía no está del todo definido, pero me encanta escribirlo, y cuando llegue el día le daré un cierre. 

Bueno, le doy comienzo a "La búsqueda de Heidi". Una búsqueda de necesidad profunda, de sinceridad y para la sinceridad. Una búsqueda en la que encontrar significa seguir buscando. Siempre. Los misterios nunca se acaban.